Cada 22 de mayo se celebra el día de Santa Rita de Casia, jornada en la que se rinde homenaje a la “patrona de lo imposible”. Con alegría y solemnidad, se espera que los fieles de Tafí Viejo participen de cada una de las propuestas que se desarrollarán en puntos diversos de la ciudad.
Una de las actividades más esperadas es la procesión, en la que la imagen de Santa Rita será llevada en andas por calles de la ciudad, acompañada por una multitud de vecinos que entonarán cánticos y oraciones en honor a la santa.
“La importancia de Santa Rita se centra en su amistad con Dios. Al igual que como todos los santos, no son seres perfectos, sino que se descubrieron débiles y necesitaron la ayuda del Señor”, explicó Mario Portal, párroco organizador de la festividad. A su vez, comentó que “nos enseña a confiar en Dios, que nada es imposible, cuántas veces atravesamos crisis, situaciones duras y podemos buscar en él ese motor para encontrar respuestas y otra manera de ver la realidad”.
Por otro lado, el sacerdote consideró que “los fieles encuentran un fuerte sentimiento en ella, es poderosa intercesora ante las causas imposibles y por eso es muy querida entre toda la feligresía”.
Las Fiestas Patronales en honor a Santa Rita de Casia no solo constituyen una manifestación de fe, sino también un momento de encuentro comunitario, donde la tradición y la devoción se fusionan para celebrar la vida y la esperanza.
“Espero que estas actividades sirvan para seguir poniendo leña al fuego de la fe de nuestra comunidad. Santa Rita es sentimiento del pueblo, la ciudad recibirá la visita de peregrinos y eso es también algo especial”, finalizó el párroco.
La celebración culminará con una última misa de acción de gracias, donde los asistentes expresarán su gratitud a Santa Rita, fuente de esperanza y consuelo para aquellos que acuden en busca de auxilio y protección. De esta manera, podrán renovar su compromiso con los valores que ella representa.
Agendá el cronograma de actividades:
Triduo de oración en la capilla, avenida Constitución 890
Domingo 19 de mayo, 11:00 horas: misa por las familias.
Lunes 20, 18:00: misa por los difuntos.
Martes 21, 23: 00: misa por los peregrinos y devotos.
Solemne fiesta
Miércoles 22
10:30: misa en la capilla por las necesidades urgentes de devotos y peregrinos.
El templo parroquial de Cristo Obrero, avenida Perú y Roca, estará abierto desde las 14:30
16:30: inicio de la procesión desde la parroquia mencionada hasta la capilla Santa Rita.
Santa Misa al concluir la procesión.
La historia de Santa Rita
Santa Rita de Casia llegó al mundo en el pueblo montañoso que lleva su nombre, situado en la región italiana de Umbría, un terreno fértil para las santidades.
Los padres de Rita se llamaban Antonio Mancini y Amata Ferri, pero eran conocidos en la zona como “los pacificadores de Cristo”, debido a que eran convocados para apagar disputas entre vecinos, en una época donde la autoridad del rey no alcanzaba a cubrir muchos de los conflictos que estallaban entre las personas.
Llegó a ser una profunda conocedora de la vida de Jesucristo. Su amor por Cristo hizo que, incluso, les planteara a sus padres que quería ser monja, pero Antonio y Amata ya habían decidido casarla con Paolo Ferdinando, un vecino de la zona.
La unión con Ferdinando estuvo llena de dolor para Rita, ya que su flamante marido era alcohólico, abusivo y golpeador. Pese a ello, permaneció a su lado durante 20 años y tuvieron dos gemelos. Finalmente, una noche, Paolo fue asesinado por un grupo en una reyerta, por lo que la mujer quedó viuda. Tiempo después, descubrió que sus hijos estaban planeando vengar al padre.
Dando una muestra de su profunda fe, la mujer devota pidió a Dios que se los llevara antes de que pudieran cometer el pecado. Acto seguido, una enfermedad repentina y mortal cayó sobre sus descendientes, y ella pasó el tiempo de su agonía educándolos en el amor y el perdón. Para cuando ambos murieron, ya habían perdonado a los asesinos de su padre.
Luego de perder a toda su familia, Rita se entregó a la oración, la penitencia y las obras de caridad. Hacia el año 1411, solicitó ser admitida en el Convento Agustiniano, en Casia, pero no fue aceptada. Milagrosamente, después de orarles a San Juan Bautista, San Agustín y San Nicolás de Tolentino, pudo ingresar allí.
Los años que le quedaban no fueron fáciles: en 1428, se le apareció clavada en la frente una larga astilla de madera, que fue considerada como un estigma similar a los que había recibido Jesús al ser crucificado. Esta herida se cerraría muchos años después tras los cuidados de un grupo de novicias. Pero fue solo el prólogo de una larga serie de enfermedades que la sometieron durante cuatro años en un colchón de paja, donde finalmente murió un día como este de 1457. Fue inhumada en la basílica que hoy lleva su nombre.
Su cuerpo se conserva en perfectas condiciones en este lugar. La fortaleza fundada en la fe que mostró a lo largo de su tortuosa vida la llevaron a ser considerada la “patrona de las cosas imposibles”. Además, en 1900, fue canonizada por el Papa León XIII y se convirtió así en una de las santas más populares de la Iglesia.
