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Política

EL ENEMIGO LIBRO

Los Libros forman a sus lectores; la formación brinda pensamiento crítico y éste, a su vez, construye sentido de pertenencia y conciencia de Clases

Todos los gobiernos totalitarios (fuesen éstos Civiles; Militares e incluso Eclesiásticos), tuvieron como principal enemigo en común, al Libro. La Iglesia, con su Santa Inquisición, los prohibía y quemaba. Ni qué decir de los brutos e ignorantes miembros de las Juntas Militares que arrasaron con tanta vida en Argentina y la América del Sur. Los Libros forman a sus lectores; la formación brinda pensamiento crítico y éste, a su vez, construye sentido de pertenencia y conciencia de Clases.

“Mi amigo el pespir: Cuentos del monte Jujeño para todos los niños de la Argentina”; “Rubio como la miel”; “Renancó y los últimos huemules” o “El niño que soñaba el mar”, son Cuentos de un autor llamado José Murillo. “Los animales hablan”; “Ta-Te-Ti”; “Mocho y el espantapájaros”; “El amor sigue siendo niño” y “Los que aman, se aman”, son Cuentos de otro autor, llamado Alvaro Yunque. Estos títulos, son solo algunos de los más de cien libros Infantiles prohibidos por la última Dictadura Militar, tan entusiasmada y avocada en formatear cabezas mediante el adoctrinamiento escolar y familiar, minimizando la historia a estampitas básicas decorando una revista Billiken y resumiendo la hipocresía social, al velo del Dios; Patria y Hogar.

Pero los gobiernos totalitarios no solo se encargaban de “preservar” las pequeñas cabecitas de las Infancias y Adolescencias, sino también de las pequeñas mentes teledirigidas de las Adulteces, llegando a prohibir incluso libros de Historia, como “Historia 4. Instituciones Políticas y Sociales de América hasta 1810” de Juan Bustinza.

Siempre, en definitiva, los gobiernos dictatoriales y autócratas, le tuvieron pánico al pensamiento crítico de la persona libre o al de quien se atreve a detenerse y volver a la edad de los “¿por qué?”. Y lo hacen incluso las Democracias Corporativas dominantes actualmente, creando contenido y sentido común, desde paneles de periodistas o de opinólogos que se dicen libres (aunque fueron domados como mulas de carga); o desde la lujosa mesa de una señora de dudosa moral, negacionista de sus raíces.

Elsa Isabel Bornemann, fue otra autora que tuvo el honor de sufrir la injusta prohibición de su libro “Un elefante ocupa mucho espacio”, por una Dictadura Cívico Eclesiástico Militar. Víctor era un elefante de circo y, todos lo sabemos, un elefante ocupa mucho espacio. Pero lo que hizo especial a Víctor, fue que un día “se decidió a pensar “en elefante”, esto es, a tener una idea tan enorme como su cuerpo…”

Muchos dictadores mandaron incinerar libros y mentes pensantes. Otros, disfrazados de demócratas defensores de las Libertades, acusan a una tradicional Feria del Libro, de ser cueva de zurdos y de comunistas. Su ira – la del intolerante Presidente – es la expresión del miedo: a que las ideas de muchos o de unos cuantos, tomen el camino elegido por el elefante Víctor y decidan pensar y pensarse en su verdadera dimensión y valor, como seres humanos y como sujetos de Derecho. Estos Libertarios le tienen pánico a la Libertad, porque ninguno sabe qué hacer con ella.

Javier E. Guardia Bosñak

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