El citricultor Ramón Cazorla fue asesinado por tres personas que entraron a su casa para robarle dinero y un equipo de música. La víctima había cumplido 73 años días antes del homicidio.
Los asesinos forzaron la puerta de entrada con un tronco para ingresar a la vivienda. En su momento desde la familia indicaron: “No sabemos con quienes estamos tratando. Esta gente sale a matar y destruyeron a mi familia”.
Este lunes 10 de junio comenzó el juicio final, que tiene como único procesado a Jorge Federico Gutierrez de 31 años y oriundo de Jujuy. Quien en la línea de investigación fue descubierto por tener en su posesión el celular de la esposa de la víctima.
Gutierrez cumplió más de 2 años y 6 meses con prision preventiva en comisarías de Tucumán y en el penal de Villa Urquiza. Hasta el día de la fecha no declaró ni aclaró su implicación en el caso.
Fuentes cercanas al seno familiar indicaron, luego de 10 años, que además de justicia quieren saber qué pasó, porque ingresaron con tanta violencia al domicilio, porque la brutalidad de golpearlo hasta matarlo.
Cómo fueron los hechos:
Cazorla dormía en su vivienda junto a su mujer cuando la paz familiar fue interrumpida y cambiaria la vida de todos para siempre.
La puerta por la que ingresaron los asaltantes era la única que no tenía rejas y daba a un baño. En la hipótesis policial se sostiene que, alrededor de las 2.30, los asaltantes forzaron la puerta con un tronco. Luego habrían avanzado hasta la habitación en la que dormía Cazorla con su esposa y los atacaron.
Uno de los nietos de la víctima fue hasta la finca cuando se enteró de que los habían asaltado y vio que el cadáver de Cazorla tenía la cabeza muy hinchada y llena de moretones. Esta versión coincide con lo informado por una fuente de la Regional Norte.
El robo, segundo lo declarado por la esposa de Cazorla, duró una hora. En ese tiempo los asaltantes los maniataron y se llevaron el botín, que se correspondía con un dinero que había cobrado días atrás por la venta de limones.
Alrededor de las 4.30 la mujer logró liberarse de las ataduras y fue hasta la casa de José Luis Cazorla, su sobrino que vive a 50 metros, para pedir ayuda. Este fue el primero que llegó y vio el cuerpo sin vida de Ramón.
